Month: septiembre 2011

Diez minutos

Era un tipo normal. Le avergonzaba que sus hijos se avergüencen de él. Le gustaba ver a los ojos a su mujer, cuando no había que comer. Enfrentaba a sus acreedores en silencio. Ponía su cara de silencio y le daba la cara al mundo despiadado y se sometía a las inclemencias de la posmodernidad, sin decir ni pío. El avance tecnológico más importante con el que contaba, era que no le corten la luz, el mayor placer era tener agua para bañarse. Vivía en una ciudad normal. Una ciudad que mataba las tardes con naranjas y morados, una ciudad un tanto estúpida que aplaudía lo ilógico, pero repudiaba la inercia de lo inhumano. Esa ciudad se reforzaba con gente de otras ciudades, que decía que no tenía porvenir. Había días que era imposible vivir en esa ciudad. La música en las calles era ensordecedora, los olores implacables, la iluminación destellante y los dinosaurios. Este hombre creía en algunas cosas, pero ninguna religiosa o política, en ese sentido vivía tranquilo, decía. Era muy poco lo …

Personalidades

Un indio que quiere ser banquero. Un sacerdote quiere ser drag. Un negocio que quiere crecer en exceso. Un humano que no puede ser. Un reflejo que ser quiere. Un taxista que quiere ser terrorista que quiere ser presidente que quiere ser maniquí que quiere ser pudín. Un psiquiatra que quiere ser Napoleón. Un racimo de gente aria, quiere ser uva. Un profano que quiere ser vértigo que quiere ser empanada. Un ser nocturnal que quiere ser fluidez que quiere ser abrazos. Un panda que quiere sumergirse que quiere ser puta que quiere pintar. Animal que quiere ser palabras que se repiten. Un silencio que quiere volar. Estoy esperando en una fila de fin del mundo (o de fin de mes) y me doy cuenta que odio las filas y que me gustan por igual las palabras: atrapado, estancado, atascado y atorado. Quiero regresarme y preguntar algo que no quiero que quede inconcluso en mi vida, sin embargo algo me detiene, me quedo pensando y talvez me muera sin saberlo, creyendo que tenía la razón.

Recurrencias

Antes escribía libros, ahora hace amigos. Todos sabemos que nadie habla de lo que todos sabemos. Mi problema es recurrente, tengo un sueño que me asfixia, vivo en un lugar donde no tengo voz ni voto, vivo en la hacienda chusca de mi tatarabuela donde se come a cierta hora y si no te ortigan. Donde hablar es pecado y sonreír herejía. Las trepaderas que abrazan la casa son más cariñosas que tus brazos. ¿Se quema la casa o la ventana? no se está acabando el tiempo. El tiempo no se acaba y no por qué no exista. ¿para que algo exista, tiene que acabarse? o ¿para acabarse, primero hay que existir? estamos quemando etapas. Yo por ejemplo estoy en la etapa en la que me escucho con atención, me interrogo antes y me aplaudo después, preparo los discursos con la mente, aunque sean para comprar el pan. Luego me distingo entre la multitud y me saludo, me doy un abrazo, de enredadera. A veces me confundo con el espejo. Me refiero a un tema …

Me niego a creer que me niego a creer

Foto: Nora Miño Y cada vez que entro a esa habitación desocupada del fondo, me espera siempre sonreída la foto de aquella abuela que si me hubiera conocido, me hubiera querido mucho, casi como si me hubiera conocido. Me espera para sonreírme, y cuando llego, me sonríe, como si el mundo se hubiera acabado ya. Como si ninguno estuviera vivo. Como si Soy trescientas personas a la vez, pero en mi casa no existo. ¿Soy mi blog, mis amigos, mi forma de matarme, mi necedad? Mi mamá no sabe que cuando escucho flamenco me acuerdo de ella, yo tampoco lo sabía, ¿soy acaso el flamenco que escucho cuando recuerdo a mi madre? Y no soy más. No soy ario, agrio talvez. No soy jefe de familia, no soy jefe de nada, nadie es mi jefe, mi jefe es un don nadie, ser jefe de nadie. Te hice en una canción, no te hice una canción. Te hice creer que te hacía el amor y eso que no fingí que te lo haría creer. Un segundo …