Aligerar el peso, sin perderlo. Te presto esto. Te descuento. Necesito tus títulos nobiliarios para mearlos. Requiero tu árbol genealógico para incendiarlo. Tu sangre azul, tu raza aria, tus imperfecciones latinoamericanas, tu afición por la tauromaquia, por el vino, tu alcurnia, tu abolengo, tu raigambre, tú mierda, yo también. La genética de tus lágrimas, la anatomía de tus celos, la geografía de nuestra ignorancia, la hipotermia de nuestras almas, el yoga de nuestros huesos, las sucursales de nuestro infierno, la felicidad de nuestro insomnio, la belleza de nuestra estupidez, la robótica de nuestros intentos, la femineidad de nuestras matanzas, la solidaridad de nuestro acabose. Somos más o menos racistas, sexistas, machistas (que es malo), feministas (que es bueno) ya que hemos sido demasiado tiempo machistas, alienados, rezagos del pasado, excluidos de nuestra propia historia, es hora de resistirnos ante revoluciones ajenas y ser menos déspotas, violentos, desamorados, ser más ocasionales, incidentales, instrumentales. Valorar lo que parezca y no juzgar lo definitivo. Aparentar y nunca dejar de hacerlo, rehuir a lo auténtico, sortear las capas que nos cubren y así evitar parecernos a nosotros. Evitarnos. Desconocernos por completo y tan solo en nuestros funerales, darnos fraternalmente la paz.
Published on 30 octubre, 2011
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