Month: marzo 2012

Nuestras últimas oportunidades

Nuestras últimas oportunidades, eso es lo que queda. Las razones me las guardo. No sé como explicarlo. Me retiro sin decirte nada porque estoy ausente. No represento a nadie, peor a mí mismo. En nombre de tu religión, me absorbo. Dejaste tinta en mi, que nada –ni el tiempo- podrá borrar. No se trata de un asunto indeleble, más bien blandengue, pero que sigo luciendo por vanidad… o por humildad, no lo sé. Una persona es una mayoría, cien millones una minoría, un beso puede ser suficiente, cientos de noches pueden ser muy pocas, pero me quedo, atento de lo que no dejes de hacer, de aquello que te haga sentir… así. Te veo en la plaza. Atestada de gente que no se conoce, que sabe que no se conoce, que le gusta no conocerse. Algunos conocen la razón general por la que están ahí, los que no, están ahí de todos modos.

Para volver hay que volver a volver

En la repetición está la magia de conocer las verdaderas razones. Me encanta ser reincidente. Es un ‘feeling’ macabro. Es como ir de puerta en puerta repitiendo un discurso de vendedor de religiones, de persona que distribuye enciclopedias que nadie quiere leer, aunque las compre, aunque las odie, aunque no las sepa leer. La revolución empieza por la cocina, dentro de un refrigerador, debajo de los huevos, a la orilla de la leche, en la piel de las frutas, en los ojos de un queso. Volver a comer algo para recordar que no te gusta, eso me pasa siempre con los higos, me saben a tierra, pero a la tierra, es necesario volver a volver. Insistir hasta que alguien note lo ‘intensos’ que somos. Repetir hasta que parezca que morimos en el intento de ser auténticos. No dejar de ser repetitivos, para quedarnos con piso y no volar a tientas. Sentir que se muere cada vez que se intenta, sin necesidad. Se empeñó tanto en ser original que su copia lo asesinó de 14 puñaladas. …