Escritos
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Que me solloces

El suplente de todos nosotros. Hace tanto tiempo que debí empezar a escribir y hace tanto tiempo que debí parar. Estruendoso como silencio que halaga. Editando nuestras voces para que parezcan [pero no]. Me expreso con la libertad de expresión que me venden en la esquina y con ella me regalan [un autito para armar]. Soy una puta [mentira] de mi banco. Juego con las palabras porque así resulta. Soy cada sonido que digo, cada palabra que me guardo y cada vez que te hablo: soy. Una ensalada de melodías soy cuando me consuelas, mejor sería prolongar estas mañanas huérfanas de audio. Deshuesar este pellejo maltrecho próximo a caducar. Colecciono frases de gente con vidas lindas pero que parece, no me quiere. Decidir estar hecho un desastre, como parte de una estrategia personal. La tierra que nos conecta carece de fanfarrias, hoy todo tiene que ver con el sonido. Mientras traducimos a idioma café ese estado de cocción inalterable que nos convierte en antiestéticas siluetas humedecidas por el calor de un agua caliente, que viene y se va. Sin decir nada me quedé callado ante tanto atentado a la comunicación. Mi recurso siempre fue insostenible, me ocultaba tras un velo de violencia, que ni yo era capaz de soportar. Oponerse a todo. Soy fanático de la gente que es fanática de algo, no se puede vivir sin un poco de fanatismo, para eso mejor estar muerto, muérete, mortandad. Todo lo que digas, me siento al revés. Voy a ser cada día más despiadado y no interesa lo que nos impulse sino lo que nos detenga. Paraíso infestado de poesía desatinada. Siempre es preferible escuchar un vacío, una caída libre, un profundo pensamiento, una llamada sin esencia, lamentos tediosos, alaridos de paciencia, un sinónimo de nada, una duda tan consistente que no duda. Si nunca los veo no tengo porque carajo recordarlos. Programador de enojos, aplicaciones que nos estrellen contra un bus en la carretera o sistemas operativos que nos programan para la inspiración, esa hora del día que llega en forma de un segundo [que escondido entre otros segundos] está dispuesto a trasladarnos sin escalas a esa explosión para la que nadie debería estar preparado. La inspiración que el resto del tiempo, nos abandona. ¿Hemos cambiado de tono? ya no nos insultamos, me cuentan… Al menos no tanto como cuando hacía falta. Insultos: signos de exclamación huérfanos de atención, pretextos para sollozar.

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