No hago ejercicio, a pesar de que lo necesito, todos lo necesitamos, entiendo que ayuda a vivir mejor, ¡qué más da! si total mañana me coge el bus [efecto de choque]. Es complejo estar vivo, más o menos hasta los veinticinco años me preocupaba el existencialismo, hoy no, ahora me fijo en cosas más tangibles como que no me corten la luz por falta de pago o que no se me olvide llevar gasolina en el carro [Homero]. Existir es un dilema si es que tus padres quieren que seas todo un doctor en arquitectura, que te cases con alguien de muy buena familia y quieren que tengas una villa en Cumbayá y que tengas cuatro hijos pelirrubios y ojiazules ¡chucha!. La Dolores Padilla me dijo una vez: «el éxito no se mide por el colegio al que van tus hijos» ¿Y si encima no tienes ni hijos, ni perro que te friegue los muebles? ¡cagados! [perro llorando]. Alguna vez me compré un disco de Luis Miguel ¿o era de Pedro Fernández?, lo más racional que recuerdo haber adquirido fue un disco de Soda Stereo; hoy prefiero música de viejos, Caetano Veloso… Y hasta jazz me he sorprendido escuchando [creando nueva lista de reproducción]. No hago negocios y es que no me gustaría tener mucha plata, siento que se multiplicarían mis problemas, me gusta la vida simple, lo más que se pueda, lo contrario sería forzarla, sostengo a veces. Intento ser menos autobiográfico, me hago cargo de diligencias ajenas ahora que tengo más tiempo, se siente tan bien hacer algo por personas que sabes te aman, es como dar placer en la cama, dar mejor que recibir. No soy filántropo, palabra desgraciada. Debo reconocer que a veces me odio, no soy de mi simpatía, quisiera que la gente se empezara a odiar a sí misma, les haría bien, autocrítica que le llaman.
Published on 12 julio, 2013
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