Escritos
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Paramnesia

#89Indistintamente colarse en pesadillas ajenas, extraer derrotas del Yasuní, todos disfrazados de comodín. Nos convertimos en el sueño de otros, en la ilusión de nadie o en la miseria de uno. Desencarcelamos fuerzas extrañas, gritos atragantados, runrunes desaprensivos. Aprender a fumar, fumarnos el planeta, planeta que es de agua, desalentarnos entre nosotros, nadar hasta quedar cerca. Influenciar positivamente a la población carcelaria, conmemorar que tenemos consciencia, hipotecar por último aviso este dolor asesino, el frío más cobarde, colgar de este pulgar tan anónimo. Cimentar este legado plagado de alas y raíces sin que parezca cárcel, dibujar un lugar mágico lleno de neblina buena que no huela a hospital, cuidar nuestro jardín repleto de júbilo sin que suene a cementerio, sacar pecho de un cuaderno de dibujo lleno de espacios oscuros que no se asemeje en nada a un sanatorio, una bocanada de justicia fresca que no sepa a ensalada desaliñada. Pedirte disculpas hasta que te sangren los ojos, hasta que se gaste la palabra perdón, hasta que reencarnemos en algo peor o hasta que el cuento que mamá nos leía sea junto a nuestros hijos, paramnesia de una infancia que volvió o al menos eso pareció.

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