Escritos
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Mélancolie (la virgen del mal)

#113

Foto: Nora Miño.

No voy a lograr escribir, nada que logre cambiarte la vida, ríndete ya. Prometo no volver a aplazar, el uso de la palabra procrastinación, que tan de moda está. Dejar un mundo mejor para nuestros hijos, es más difícil que tratar de cambiarlo, pregunto. Rotundos escapes de uno mismo, nadie los nota, desapariciones instantáneas, saludables para el escapista, superfluas para los demás. Gracias por no solucionar con violencia extrema, deprimentes issues que nos consumen, que nos llenan de estupor o estertor, o algo así. Sentir obscena nostalgia, subjetiva como indolora, revisar el video de nuestra vida toda, enjuiciarnos con lamentos tóxicos, desde el día cero cero uno. Vida llena de lugares inhabitados, personas amadas de la piel para afuera, de vociferar indefinibles palabrejas, me sorprende que la muerte no te haya sorprendido, todavía, pensador de comedor, gurú de sofá, filósofo de alcantarillas. Correos que postergan el fin de las penas, hacer voluntariado en el analfabetismo digital, desempacar esa máquina de escribir, que no es que me hacía tan feliz necesariamente. No conozco nadie que se llame como tú, tu cara no me resulta siquiera levemente familiar, descarto de raíz conocerte de antes, me encanta no poderte distinguir, entre tanto desconocido. Infligirnos sabiduría, vivir desbordados de preguntas retóricas, buscar palabras perfectas, parecer guión indie, que los historiadores sean quienes juzguen nuestras obras o la falta de ellas, y a manera de censura venal, encerrar neuronas en las mazmorras del templo de una virgen del mal.

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