La estéril búsqueda de dos pies y una cabeza, para mis dispares soliloquios. Diecisiete horas en este edificio con patio, que varios confunden con prisión. Setecientos perros sustituyendo seres humanos, ladrando vacuos discursos. Tan solo una película que me haga recordarte. Me conformo con que me dejen cantar una mísera canción. Ciento cuarenta y un monumentos al olvido. Mis libertades empacadas al vacío. Insomnios matutinos y encima escasez de palabras, causas sin efecto y viceversa. El campo nos provee de drogas artesanales que nadie logra atinar a fumar. Frases con superpoblación de verbos. Hoja a hoja me deshojo quincenalmente, resulto mi propio editor, me vendo y me compro humo, me promociono y desacredito. Tengo exactamente setenta y dos canciones sin componer, que no tratan sobre la explosión frambuesa que aseguras, es tu vida. Ciento veinte segundos para conseguirlo todo. Ocho mil servilletas expuestas al miedo. La fábula de la memoria vaciada sin respaldo que no pudimos recuperar, por más tecnología. Ciento un eufemismos para explicarte siempre lo mismo y lo mismo y lo mismo y lo mismo. Cero.
Published on 18 julio, 2015
Deja un comentario

