
Photo: Cruz Esteban @OzzyKruz
Pensé que nos mataría una sobredosis, el campo es el que mata, la distancia en exceso, quítame estos atavismos intergeneracionales, la vaca te mata te la comas o no, la felicidad a borbollones y también la ausencia de dolor, la gente que está detrás de la gente que está adelante, asesinos del campo que desoyeron al agricultor, el que labra la tierra de su casa prestada, con el único luto de andar eludiendo la muerte, aprendiendo de nuevo a llevar en la espalda el único miedo a morir que nos queda, una economía muerta que no soportó más, seres inservibles para aquel que no los quiso ver, la primera comunión de la mama pacha, pensé que una recaída me mataría pero sigo aquí sin morir, seres invisibles porque decidimos ni regresarlos a ver, muertos sin peso habiendo sido pilares, muertos a manos de un boxeador con síndrome de abstinencia y fumador de segunda mano, enfrascados en ésta soledad comunitaria, supeditados a lo que diga la radio o a lo que deje de decir, maltratándonos incurablemente pero con meticulosidad los unos a los otros, dejémonos las marcas que nuestras almas resistan, interpretando a posteriori papeles que supuestamente tuvimos en viejas fotos, comiendo esa pizza y tomando ese vino sin haber dejado de existirnos, morir para vivirte más, fuera de aspavientos, morirnos para seguir vivos sin ambiciones ajenas siquiera, no quiero que me juzguen por haber dejado atrás aquello que nos terminó de matar, reconocer después en fotos la vida como la concebíamos, revivir los sesentas para no colgar el teléfono de incomodidad infectados, morir en medio de esos días que pasaban tan lento, desinfectados con la comida justa, labrada la tierra a nombre de otros, morir con esa canción de Simon and Garfunkel que no habíamos escuchado jamás. De que vaya a salir a buscarte no te preocupes, de que al día siguiente vaya a necesitarte tampoco, te suplico no dejes que me desboque, ponme límites te lo suplico, no me abandones a la deriva es una súplica, no dejes de rezar por mí apoyada al balcón, no me des lecciones sin cerciorarte que las haya aprendido, no me despojes tan pronto de tu abrigo, déjame volar antes de que sea la tarde, grítame aunque parezca que te entienda, mejor procura que me quede, no sé qué haré con este llanto contenido, no sé cuándo voy a poder deshacerme de él, no resistiré demasiada incertidumbre, moriré la víspera y dejaré anotado lo que me vaya a hacer falta, para cuando me logre liberar de éste tan particular; estado de excepción (…)
