Búrlate de ti
Lo inmortal, ha muerto. Murieron hasta los más cursis sobrevivientes; y gracias a todo lo muerto, hemos muerto nosotros dos también. Han muerto las terroristas ansias por vernos y olernos, murieron esos interminables quince minutos de espera, en los que a gusto, nos desesperábamos juntos. Han muerto esas perennes discusiones de no estar de acuerdo en nada. Murieron mis ínfulas por politizarlo todo, y así, al fin todo ha muerto. Están muertas las canciones que no sé (o no me acuerdo) para qué escribí, fotos que nos tomaron donde parecíamos emocionados, así como distraídos. Se murió tu mamá y me vengo a enterar después de veinticinco años, se murió contigo, solo con segundos de diferencia, y nunca lo supe, no hasta hoy, que no puedo despedirme de ninguna. Todo murió. No quedó siquiera ese recuerdo, de aquello que nos pareció rescatable, en cierto momento de nuestra racha asesina, la de matarlo todo, antes de que todo muriese. Percudidos de restos de eso que nos persigue, tóxica sustancia que equivocadamente llaman amor, ese amor que mata …
