
Reniego de la clase del noventa y cuatro y de los hijos de puta que me desviaron la vista, para no ver. Reniego de la raza y sus distintas formas de auto extinción, conocidas. Reniego también, del maldito día en el que se me ocurrió perder cinco minutos de mi vida, contigo. Reniego de la forma en la que nos lavan el cerebro a todos, para terminar creyendo que al que le lavaron es al otro, y no a uno. Reniego de la falta de certeza cósmica que nos meten por los ojos, casi forzosamente para que vomitemos esa misma mierda, en paralelo. Reniego de cada cojudo con el que me senté, pensando en lo cojudo que fui por haberme sentado, con tal pedazo de cojudo. Reniego de mis tías hitlerianas y de mis primos que parecen memes. Reniego del color de la sangre, y de casi todas mis entrañas, también reniego del adn, que no me deja ser yo mismo, ni en mi propia casa. Reniego de lo que me rodea y de los que me acorralan, de los que se mimetizan para sonreírte y que antes de opinar, apagan el breaker. Off.
