Escritos
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19:02:59

Foto: Nora Miño

En esta ciudad se caen los árboles, las plantas caminan, los parques esperan, la basura se reune en las esquinas, el alcohol hace su parte, el tráfico desconsuela, pero… ¿qué sería de nosotros sin el tráfico? ¿qué haríamos en casa frente a frente con nuestras parejas con ese tiempo de sobra? Tendríamos que inventar historias, falsear romances, fingir logros, inventar premios, actuar, actuar mucho. A punto de morir en vanidades ajenas y a punto de creer que violar una ley no es violar a los demás. Me siento como un ilegal en el medio de un cuatro de julio con espectaculares cohetes de destrucción masiva volándome cerca de la cabeza, no me siento con ganas de cambiar de opinión, pero talvez madure, el tiempo talvez me obligue y yo no me pueda negar. No hay mejor numerología que aquella que ignora cualquier tipo de manifestación numérica. Numerosa. Eres como un estadio lleno de gente. Te recuerdo como una estación de tren que se contempla a sí misma. Sacas de tu cartera un lápiz que no tiene punta pero tiene hambre. Balbuceas para mi un par de palabras que no quería escuchar, pero que te estaban sobrando y bueh. Pasa cerca de mí una señora que cree conocerme, lo sé por sus ojos, lo que ella no sabe es lo que yo sé, podríamos intercambiar vacíos. Presiento que aunque ya nada nos asombre (se supone que eso es malo) muy pronto me voy a deslumbrar yo mismo por algo que voy a dejar de hacer o de decir. Me voy a enseñar cuando callarme, me voy a enseñar a ser papá. Voy a dejar de aprender un par de cosas que no necesito saber y en ese espacio en mi cerebro te voy a meter. Ahí permanecerás. Violentamente te daré de comer solo malas noticias. Un día te voy a dejar salir para que veas un ratito la t.v. y así; nos odiaremos por siempre. No hablemos de odios. Hablemos de amor. No sé lo que es. Pero un día de estos, también me voy a enseñar a amar. ¡Ya verán! Y cuando esté listo (amado) me voy a retorcer del gusto en mi lugar imaginario, ese sitio donde no hay impuestos, donde todos tienen la misma oportunidad y todos la desperdician y la aprovechan y luego la vuelven a desperdiciar otra vez. Ciudades que no conozco. Gente que nunca me asesinó. Hojas volantes que leí sin poner atención. Terremotos que no sentí. Calles en las que nunca me metí. En esta ciudad se me caen las manos, se me cruzan las piernas, tengo energías para algo, en esta ciudad algo no cuadra, hay algunas mentiras que todavía no tienen dueño, hay agencias de publicidad que vendieron alguna mierda por error, pero que todavía no han podido disfrutarlo. En esta ciudad hay un político bueno en potencia, por cada delincuente. Hay un mar. Hay montañas vírgenes. Hay silencios que nadie se quiso adjudicar. Hay una marea que nos lleva a una esquina, y otra que nos lleva a otra esquina. Una esquina donde se cultiva la paz. Un mendigo muy elegante le explica la teoría del apocalípsis a una señora que perdió la visión en un accidente aviatorio. De pronto compro el periódico, está escrito en un idioma familiar, consigo leer un par de líneas y me detengo, es el mundo el que se detuvo… y para terminar, una canción.

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