Estoy un poco enojado, contigo, conmigo, sin nadie. Doy a luz y derrumbo lo elaborado, en un abrir sin cerrar. Dejo a medias lo incompleto y sucumbo ante tan inconsistente humanidad. Poemas de centro comercial. Yasunízate y desyasunízate. Represión con bombas de pintura. Desaparecerlos a todos como corrigiendo un cuadro borroso que el tiempo no quiso permitir que perdure. Siempre será una buena inoportunidad desempolvar temas prohibidos. Nuestras apócrifas y antonomásticas ganas de mandar todo al carajo. Desmentir al canalla que nos deja robar. Desmontar la parafernalia que nos esté impidiendo llegar más allá. Los cientos de miles de acepciones de la palabra lejos. Me han cambiado. Por otro. No en el hospital. En la calle. Fue un accidente. Casi. Nadie se quiso meter. Me cambiaron por otro más canoso, lleno de achaques, de florecientes traumas, sometido y de cara larga, menos inmaduro y más motocicleta. Sin miedo a los libros de animales, a las palabras muerte y cáncer, sin miedo a nada, al adiós, al abismo, al infinito, a lo efímero, al significado de la vida, a estar solo, a Dios, a ser grande, a crecer, a abandonarme, a saltar, a los deportes extremos, a que se acabe el pan, a que se acabe este momento, a que me lleven preso, a que me saquen libre, a que me fusilen por error, a que me lleve el viento, a que me ahogue el mar, a que me den por muerto, a que me supliquen que vuelva, a que nadie me llame nunca más, a que me saqueen las entrañas, a que me operen sin yo saberlo, a que lo vuelvan a hacer una docena de veces, a eliminar a mis padres del facebook, a llorar de gula, a reír como tonto, a que me pidan cosas que no pueda cumplir, a que me proponga metas que no me pueda dar el lujo de desconocer, a no volverme a hablar con mis hijos jamás, a que me desconecten estando vivo, a que me entierren sin haber vivido, a que me olviden sin haberles regurgitado antes toda mi verdad, esa que le es ajena al resto del mundo, esa que no coincide con ninguna otra, esa que me convierte en el que soy, esa que no conozco, esa que habla por mí, esa que sale cuando nadie la llama, esa que me hace quedar mal y me enorgullece. La música clásica a todo volumen y con audífonos como concepto de censura previa. Libertad de mierda.
Published on 8 septiembre, 2013

Libertad al fin…