Convulsionemos. Basta con escuchar las cien canciones más populares del año en el que naciste, para sentir sonidos familiares. Neguemos al sueño. Ignoremos el hambre. Reneguemos de nuestros apellidos. Pongámonos la máscara política que no permite saborear ocasos ni distinguir silencios. No todo importa del todo. Caigamos rendidos ante el alcoholismo y la impuntualidad. Volvámonos locos despacio. Suframos de desgracias ajenas. Hagamos el silencio. Corramos a arruinar nuestras vidas. Vulneremos nuestros miedos. Borracheras desmemoriadas que nos arrancaron todo: sobriedad, virginidad, cordura y/o etiqueta. Sin ton ni son desvariemos hasta el límite entre estar y salirnos de nosotros. Basta con fallarte una vez en la vida. No importa el resto. Me cansé de tolerar. ¡Al carajo! No hay peor miedo que el miedo al miedo. No importa nada.

«Basta con fallarte una vez en la vida. No importa el resto. Me cansé de tolerar. ¡Al carajo! No hay peor miedo que el miedo al miedo»
Me encanto esta parte del texto, felicidades, me gusta leer Escritos para morir más lento…
«Basta con fallarte una vez en la vida. No importa el resto. Me cansé de tolerar. ¡Al carajo! No hay peor miedo que el miedo al miedo»
Me encanta leer ESCRITOS PARA MORIR MAS LENTO…
Gracias, un abrazo