a-sha-med
Deberíamos sentirnos como deberíamos; avergonzados. Semblante abatido, ostracismo pernicioso mal llamado hogar, no hay educación para los no entraron en el mapa, sensación de paz alusiva; desgracia de estar vivo. La inseguridad de antes de salir, esquina de personas desconocidas entre sí, ópera de la más piadosa de las muertes, tribulaciones del adiós más sincero; gritar. ¿Y por qué no nos íbamos a sentir asqueados, como deberíamos? Con nuestro porfiado cerebro reptiliano desafiando límites, todos nuestros alter egos contradiciéndonos, nuestra misma mala cara desproporcionada de siempre, defraudados de que aún nadie nos haya abandonado. Exprópiese el desencanto imperante, lo rotos que estamos, las chapuzas antiestéticas de esta deplorable forma de vivir, la despedida más dolorosa; que alcanzamos a improvisar. Y en algún momento y de la nada, partir. Con la esperanza de sonreír algún día. Camino a un nuevo lugar, que alguien ya exploró antes por ti, sitio inexacto casi huérfano de coordenadas, campo abrumadoramente verde, abierto, lleno de mensajes y señales, calientita troposfera, paisaje poblado de sitios despoblados, porque sus pobladores, desde hoy, deberán …
